La eleccion del sucesor de Merkel: ¿Ninguno de los de arriba?

Opinion piece (Agenda Publica)
Sophia Besch, Christian Odendahl
15 January 2021

La competencia por los votantes de Angela Merkel ha comenzado, y la CDU necesita un líder capaz de mantener unida a su amplia red de partidarios. Éste bien puede ser el ministro de Salud, Jens Spahn.

Los democratacristianos alemanes necesitan un nuevo líder del partido, después de que Annegret Kramp-Karrenbauer (AKK) no pudiera ponerse los zapatos de Angela Merkel y renunciara en febrero de 2020. El próximo líder del CDU tiene una buena oportunidad de convertirse en el candidato conservador a canciller en las elecciones alemanas de este otoño. Pero ganarlas elecciones es otro asunto. El índice de aprobación de Merkel sigue siendo del 84% después de casi 16 años en el poder, en parte porque la pandemia ha reafirmado su imagen como principal gestora de crisis de Europa. Sea quien fuera la persona que le sustituya, no tendrá el enorme atractivo de Merkel y tampoco podrá conservar ese respaldo una vez que la pandemia haya terminado. Pero algunos tienen más posibilidades que otros. Considerando los candidatos de la CDU que se barajan, el plazo den septiembre de 2021 y la oposición, las elecciones germanas están abiertas de par en par.

El 15 y 16 de enero, alrededor de un millar de delegados de la CDU, en representación de los órganos locales del partido, votarán por su nuevo líder. La lista la componen tres hombres, y habrá segunda vuelta entre los dos primeros si la primera no otorga la mayoría a uno de ellos.

  • Armin Laschet (a la derecha en la foto) es el actual primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, el Estado más poblado de Alemania. Es el conservador centrista típico de Alemania Occidental con algunas opiniones singulares sobre política exterior como su simpatía por Rusia, Turquía y el dictador sirio Bashir al-Assad. El hecho de gobernar un Estado con muchas regiones en el extremo perdedor de la globalización ha moderado un poco sus instintos económicos conservadores. Proteger la industria alemana es una de sus principales aspiraciones. Su gestión de la pandemia (la salud pública es competencia estatal, no federal) se considera deficiente. En las encuestas realizadas entre los votantes en general, se sitúa apenas en el 18%, y en el 25% entre los votantes de la CDU.
  • Norbert Röttgen (en el centro de la imagen), ex ministro federal de Medio Ambiente, también es de Renania del Norte-Westfalia. Allí perdió como candidato del CDU las elecciones estatales en 2012, siendo expulsado sin contemplaciones del Gabinete por su jefa, Merkel. Se le considera relativamente progresista (a pesar de que votó en contra del matrimonio gay) y un renovador en la CDU. En los últimos años, se ha reinventado con éxito como el principal experto en política exterior del partido, y es el presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Bundestag. Es inteligente, de trato agradable y un buen orador. Tras arrancar en esta carrera como outsider, está ahora por delante de Laschet con el 22% de todos los votantes, y a la par con él entre los de la CDU, con un 25%.
  • Friedrich Merz (en la foto, a la izquierda) fue líder de la oposición del CDU en el Parlamento y el archi-rival de Merkel a principios de la década de 2000. Se semi-retiró de la política cuando la canciller siguió ganando elecciones, trabajando como abogado mercantilista. En 2018, perdió por un estrecho margen la carrera por el liderazgo de la CDU frente a AKK. Sus puntos de vista políticos no han cambiado en más de 20 años, y su conocimiento de algunos asuntos clave, como Europa o la digitalización, es notoriamente pobre; pero lo compensa con una desbordante confianza en sí mismo y con su imagen de conservador de la línea dura, pro-negocios y defensor de la ley y el orden. Muchos votantes conservadores prefieren esto al centrismo de Merkel. Es el líder en las encuestas, con el 27% de todos los votantes y el 29% de los de la CDU, y es probable que llegue a la segunda vuelta, respaldado por el ala derecha del partido. Tiene la mayor aprobación entre los votantes de los demócratas conservadores y pro-empresa (FDP) y de la formación de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD).

Los tres quieren convertirse en líderes de la CDU para presentarse a canciller en las elecciones federales de otoño. Después de la carrera por la dirección del partido, la CDU y su partido hermano bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU), planean elegir conjuntamente su candidato a la Cancillería en la primavera. Y en este punto emergen otros nombres que, sin postularse para dirigir el partido, sí están en la carrera por la Cancillería:

  • Jens Spahn, el actual ministro federal de Salud, que compitió con Friedrich Merz y AKK en la primera carrera por la sucesión y perdió, se ha unido ahora a Laschet. Al principio de su trayectoria, dejó su impronta como un joven y descarado conservador, pero antes incluso de llegara la pandemia se reinventó a sí mismo como un político más serio. La suerte relativa de Alemania en la primera ola de la Covid-19 le ayudó a brillar en su papel ministerial. Recientemente, la lentitud en las vacunaciones ha empezado a socavar su posición, pero sigue siendo uno de los políticos más populares del país. Combina su juventud (sólo tiene 40 años) con credenciales conservadoras. Cuando se le incluye en las encuestas sobre la competición interna de la CDU, a menudo supera a los otros tres…
  • … pero no aMarkus Söder, el líder de la CSU y actual primer ministro de Baviera. Al igual que el canciller austriaco Sebastian Kurz, es un político de relaciones públicas y se reinventa a sí mismo, sin perder la credibilidad, cuando el viento cambia. Ha pasado con éxito de ser un conservador acérrimo y crítico de Merkel a un líder merkelita y pro-medioambiente. A pesar del pobre historial de Baviera en la pandemia (ningún Estado ha sido testigo de más muertes relacionadas con la Covid-19 en Alemania) sigue siendo percibido como un exitoso gestor de crisis. Aún no se ha postulado oficialmente para canciller, pero es, con mucho, el político que los alemanes consideran más adecuado para suceder a Merkel.

Cinco contendientes factibles conforman de por sí una contienda política complicada. Pero los delegados también tendrán en cuenta cómo ha cambiado el panorama político de Alemania durante el mandato de Merkel y cómo ella, a su vez, ha reposicionado a la CDU. Al elegir a su próximo líder, los delegados votarán también sobre el futuro del conservadurismo en Alemania.

Los partidos como la CDU y el socialdemócrata SPD (y sus homólogos en Europa) luchan por seguir siendo las amplias iglesias (Volksparteien, partidos del pueblo) que solían ser. El SPD ya ha reducido del 35% de los votos que obtuvo en las elecciones de 2005, cuando Merkel llegó al poder, a cerca del 16% en las encuestas actuales. Hasta ahora, la CDU se ha librado de ese destino (a pesar del ascenso de AfD) porque ha logrado retener en gran medida una amplia plataforma de votantes. La pregunta clave para septiembre es si Merkel ha sido el ‘pegamento’. 

Hay buenas razones para creer que lo ha sido. Merkel nunca participó en la política de las ‘guerras culturales’, negándose a utilizar los conflictos sobre valores y creencias para conseguir el apoyo de los leales al partido y dividir al electorado. En su lugar, esperó pacientemente las oportunidades para resolver los asuntos divisivos cuando el consenso en Alemania fuera favorable. Eso le permitió mantener el control de los votantes centristas sin alienar a demasiados en las facciones conservadoras de su partido. Un ejemplo clásico fue la decisión de abandonar la energía nuclear (una cuestión muy conflictiva en el país) después de que los terremotos y un tsunami destruyeran una planta en Fukushima (Japón) en 2011, aunque la probabilidad de que se produjera un terremoto y un tsunami en la costa alemana del Mar del Norte fuera cero. Otros dos ejemplos son la implantación de un salario mínimo cuando la opinión pública estaba claramente a favor o permitir la aprobación del matrimonio gay aunque votara en contra. El beneficio añadido de su planteamiento fue tranquilizar a los potenciales votantes de la oposición, ya que vieron que el Gobierno abordaba al menos algunas de sus preocupaciones.

Merkel se las arregló para ganar otros nuevos votantes para la CDU. Pensemos en el voto femenino. En la posguerra, el partido atrajo con éxito a las mujeres haciendo hincapié en los valores cristianos y la familia. El Gráfico 3 muestra que el porcentaje de votos de la CDU fue hasta 10 puntos porcentuales más alto entre las mujeres que entre los hombres en la década de 1960. Eso cambió con las revueltas políticas de 1968. En las últimas elecciones (2017), Merkel amplió la diferencia entre el voto femenino y el masculino en más de siete puntos porcentuales. Es poco probable que uno de los (hombres) contendientes arriba mencionados retenga a todas esas votantes.


El ‘voto inmigrante’ también se ha desplazado hacia la CDU, un grupo demográfico clave teniendo en cuenta los altos niveles de inmigración de Alemania. Los alemanes con al menos un progenitor nacido en el extranjero constituían aproximadamente el 10% de la población con derecho a voto en 2017. Tradicionalmente, se habían inclinado por el SPD y otros partidos de izquierda por su actitud más acogedora hacia la migración. La CDU solía ser abiertamente hostil a ella, a dar a los inmigrantes la ciudadanía y, por lo tanto, el derecho de voto. Con la crisis de los refugiados, la percepción de la CDU cambió drásticamente. Merkel liberó al partido de su imagen anti-inmigración, y los votantes le siguieron (ver Gráfico 4): el partido obtiene ahora mejores resultados en las encuestas entre los que tienen al menos un progenitor nacido en el extranjero que entre los que no lo tienen. Este cambio es más pronunciado entre los alemanes con raíces turcas (véase el Gráfico 5). 

 

Ganar esos votantes (centristas, mujeres y aquellos con raíces extranjeras) otorgó a la CDU unos resultados espectaculares. En 2013, Merkel se acercó a la mayoría absoluta (la única vez que un partido la ha obtenido en una elección federal fue este partido en 1957, con Konrad Adenauer). Ni el FDP ni el AfD entraron en el Bundestag. Sólo después de la crisis de los refugiados, este último partido logró instalarse a la derecha de la CDU.

Esto deja al partido post-Merkel con tres opciones:

  • La estrategia propuesta por Röttgen es continuar con el rumbo centrista de modernización de Merkel. Pero esto conlleva el riesgo de perder más votantes a favor del FDP y la AfD, y sus posiciones progresistas no cuentan con un amplio apoyo partidario.
  • El plan de Merz es mover la CDU de nuevo a la derecha para intentar recuperar votos de la AfD. Pero el riesgo es ceder el centro a los Verdes, que la CDU ha identificado ahora como su principal rival.
  • Laschet y Spahn tratarán de mantener juntos el centro y el ala conservadora. Pero como AKK, Laschet es propenso a hacer trampas, y carece de un perfil definido. Laschet también sale mal en las encuestas entre la población en general, así que aunque se convierta en el líder del partido, Spahn (que ya está sondeando a sus miembros) puede ser el elegido para canciller.

¿Podría Söder finalmente participar en la carrera por la Cancillería? El bávaro puede temer que un mal resultado en las elecciones federales podría socavar su posición en su Estado natal. Pero si quisiera ser canciller, su mejor apuesta sería asociarse con Röttgen como líder del partido, quien ha dicho que le consultará sobre quién estaba mejor situado para ganar. Si este sábado Merz se enfrenta a Röttgen, los delegados podrían llegar a la conclusión de que Röttgen y Söder son el mejor equipo para el futuro de la CDU.

En las elecciones federales, el candidato conjunto de la CDU y la CSU se enfrentará a Olaf Scholz por el SPD y, probablemente, a Annalena Baerbock por los Verdes. Ambos son candidatos fuertes. El primero tiene una gran experiencia en el Gobierno estatal y federal y se presentará a los votantes como un par de manos seguras. Por su parte, la segunda es una lideresa de partido carismática y llena de ideas para el futuro de Alemania, y encabeza un partido confiado y deseoso de gobernar. Todos harán campaña con el fin de la pandemia a la vista. En este clima político de optimismo y nuevos comienzos, un partido que lleva 16 años en el Gobierno puede tener dificultades para atraer a los votantes en busca de un cambio, ya sea dirigido por una cara nueva o no.

Con la marcha de Merkel, Alemania y Europa perderán a una experimentada y talentosa estadista. Su cauteloso estilo político ha dejado a algunos aliados frustrados con un Berlín introvertido, que parece negarse a adoptar un papel de liderazgo. Pero Merkel ha sido una canciller de un pueblo en statu quo. Ella no vio que su papel fuera diseñar grandes reformas, sino manejar de manera fiable el progreso paulatino dentro de las limitaciones establecidas por el interés nacional de Alemania y la necesidad de consenso. Tuvo buen ojo para detectar los infrecuentes momentos en que los votantes estaban dispuestos a emprender un rumbo nuevo. Un líder menos experimentado tendrá dificultades para hacer lo mismo.

Cualquier futuro canciller de la CDU partirá, pues, de una posición de gestión del statu quo, preservando lo que se ha logrado, manteniendo la relación crucial con EE.UU. y no poniendo en peligro el apoyo de los alemanes a la integración europea. Europa no debe esperar de Röttgen una agenda de reformas macrónicas para Europa, ni tampoco debe temer a un canciller Merz (por sus ortodoxos puntos de vista económicos) o a Laschet (por sus extrañas ideas de política exterior). Las ideas de Röttgen no convencerán a un partido de reformistas escépticos; la postura dura de Merz sobre la integración en la eurozona se vería moderada por el imperativo conservador de preservar la estabilidad económica en el período inmediatamente posterior a la pandemia; y los puntos de vista más extravagantes de Laschet en materia de política exterior no sobrevivirían en el poder por temor a enemistarse con Estados Unidos.

La CDU/CSU puede muy bien salir como el partido más fuerte de las elecciones de otoño. A menos que los Verdes, el SPD y la izquierda puedan y formen una coalición de centro-izquierda, el candidato conservador se convertirá en canciller alemán. Pero tan importante como el canciller será el socio de coalición de la CDU. Bajo el mandato de Merkel, el socio de coalición apenas ha importado para Europa. Fue ella quien decidió el curso de la política alemana. Con Olaf Scholz en el Ministerio de Finanzas, el SPD hizo algunos progresos en la configuración de las políticas europeas como el Fondo de Recuperación, pero el papel de Merkel siguió siendo fundamental. Un nuevo canciller de la CDU no tendría el mismo rango, abriendo un espacio para debates políticos significativos sobre Europa. Una coalición diferente bajo un nuevo liderazgo podría no tener la experiencia o la autoridad de Merkel; pero podría significar que Alemania contribuya con más ideas al debate europeo.